miércoles, 16 de noviembre de 2011

La agonía de una hermana

Tengo que reconocer que mi buen amigo, el Señor M es un gran chico pero como todo hombre en la edad del mono (Porque solo saben pelarse la "banana") puede llegar a ser muy desagradable, sobre todo con videos como el de "2girls1cup", que si no vomite fue porque apague la pantalla de mi ordenador. Pero muy aparte de esa anecdota, el señor M me conto una historia que me encanto, asi que he decidido ponerla en el muro del blog para disfrutarla constantemente. 

En el hospital anochecia. David se habia quedado profundamente dormido en el sillo de la habitacion privada. En la cama, con un respirador conectado, estaba Carlos. A su lado, mirandolo como si volvieran a tener 11 años, estaba Emma.
  • Bueno, Carlos ¿Alguna novedad? - dijo la chica.
Su hermano yacia en la cama.
  • Espero que cualquier dia de estos te levantes y estes de vuelta, pateando traseros y confiscandole a los chavales de los parques para quedarte tu con la mercancia. Quiza no lo sepas, pero David y yo estamos muy unidos y esperamos con sinceridad que despiertes. Por favor - dijo la chica, a la vez que se le quebraba la voz - por favor...
La chica se agacho y le dio un beso en la frente.
  • Deberia mencionar, ya que estabas dormido cuando lo hicimos y entiendo que estes dormido cuando te estoy diciendo esto. Pero lo ignoraremos por un momento como un tecnicismo. El caso es que... el otro dia, David y yo te hicimos una transfusion de la sangtre de David. Creo que te ayudara. Creo que te dara una oportunidad. Ya sabes que David no puede salir por lo que paso despues junto a Mario. El tampoco puede venir. Lo siento...
Miro a su hermano.
  • Bueno... ya he hablado mucho... Te toca - dijo la chicay sonrio al ver a su hermano. Estuvo asi un largo tiempo.
Emma se hundia en las sombras

.  .  .

  • -          ¿Ve algún cambio en su estado? –  pregunto Emma a la enfermera.
Esta miro por un  momento a Emma y dijo:
  • -          Mmm... Parece que tiene un poco mas de color en las mejillas. Aparte de eso, nada que notemos a simple vista. Ya veremos cuando tengamos los análisis  –  dijo la enfermera, mientras retiraba la jeringuilla del antebrazo de Carlos.
Media hora mas tarde, el laboratorio le mandaba el folder a la enfermera con los resultados. Esta lo dejo en su despacho y contesto a una llamada que tenia.
  • -          ¡No! Le dije que si quería salir conmigo, tenía que irse de casa de su madre. – la enfermera escucho lo que le respondía su amiga  –  ¿Por qué siempre acabo con tíos así? ¿Hay algo que se me escapa?
Un segundo después, el folder ya no estaba en su sitio.
.  .  .
  • -          No lo entiendo, David, ¿Por qué no ha funcionado? – dijo Emma.
  • -          Por lo que entiendo de los análisis de sangre, debió haber rechazado mi sangre o haber creado inmunidad a ella. Ha sido inútil…  –  dijo el chico.
  • -          ¿Cuál es el próximo paso?  –  dijo Emma.
  • -          No lo sé…No sé si tendré un próximo…
Alguien toco la puerta. David se escondió. Emma se limpio algo de los ojos y fue a abrir la puerta. En la puerta, con un biblia en las manos, estaba un cura.
  • -          ¿Sí? – dijo Emma, haciéndose la inocente.
  • -          ¿Señorita Reyes? Reverendo Miguel. Soy el capellán del hospital. He venido para hablar de su hermano. 
  • -          Le agradezco el interés, reverendo, pero nunca he creído mucho en las oraciones y no creo que hoy sea la excepción…   –   dijo Emma.
  • -          No es…por eso  –  dijo el reverendo.  –  El personal me informa de pacientes que podría entrar en una fase terminal de su tratamiento porque, por incomodo que sea, tenemos que pensar en el futuro.
Emma se dio la vuelta y se paso la mano por la cara. No quería creerlo.
  • -          ¿Su hermano requerirá ritos funerarios? ¿Querrá la presencia de alguna fe o culto?
Emma no contesto. Miro hacia el techo.
  • -          Y aunque todos esperamos un milagro en estos casos… ¿Han preparado ya el funeral?
Una lagrima surco la mejilla de Emma.
.  .  .
En la comisaria de Madrid, el sol abrazaba los cuellos de casi todos los agentes. En la oficina de los tenientes había mucho jaleo. Concretamente, en el cubículo numero 3. El teniente Roberto miraba sus papeles. A su derecha, el teniente Cesar le traía un “dossier”
  • -          Eh, Roberto, tengo algo para ti  –  dijo mientras agitaba el dossier.
  • -          A menos que sea una rubia con 105 de parachoques frontal, no me interesa.  –  dijo este de muy mal humor.
  • -          Mmm…Que mala suerte. Se nos han acabado. ¿Qué tal un colega con herida de bala?
El teniente Roberto levanto la cabeza al escuchar las palabras.
  • -          El expediente llego hace unos días y acabo en el montón de: “Para cuando tengamos tiempo”  –  le dijo el teniente Cesar, blandiendo el dossier delante de el.
  • -          Vale, teniente ¿Le parece que tengo tiempo? Estoy hasta el moño de problemas.
  • -          Mmm…¡Que gafe!  –  dijo el teniente Cesar  –  Es una herida de bala sin ningún informe policial ni llamada ni nada. El hospital aviso siguiendo la política sobre disparos.
El teniente Roberto cogió el dossier y lo abrió. Empezó a leer.
  • -          ¿La ingreso su hermana? – pregunto.
  • -          Según el informe, si  –  le contesto.  –  Así que, a menos que el teniente Carlos estuviera limpiando su arma cuando se disparo, si la hermana lo ingreso en el hospital sin que husmeara la policía, entonces tal vez ella o alguien que ella conozca hiciera algo. Tal vez un accidente, tal ves deliberado, quien sabe.  –  dijo el teniente Cesar, viendo como su colega entrecerraba los ojos  –  ¡Ah! También están pagando la estancia en efectivo, lo que confirma que ocultan algo. Sea lo que sea, ahora es “tu”  –  enfatizo  –  problema.  –  dijo y se dio media vuelta, retirándose.
.  .  .
Emma parecía a punto de estallar. Temblaba de ira.
  • -          ¿¡Has visto que tipo!?  –  dijo la chica, intentando que su voz se calmara.
  • -          Emma…  –  le dijo David intentando que se calmara
  • -          ¡Qué buitre! Y créeme, David, que muchos jueces con los que me he enfrentado son así de buitres.
David no aguanto más.
  • -          Es…una pregunta que quizá deberíamos hacernos, Emma. Si fallece, y creámoslo es una posibilidad real…
  • -          ¡NO!  –  grito la chica. David retrocedió. Daba miedo verla.  –  ¡No va a morir nadie más! ¡Lucas y Andrea carbonizados, Maria muerta, Pablo desapareció de este mundo! ¡No voy a permitir que nadie más muera! Nadie…Nadie más…No…
David cerró los ojos. Pudo escuchar como Emma lloraba.
  • -          ¿Qué querría que hiciéramos? ¿Qué clase de servicio?  –  dijo David mirando a su esposa. Emma no contesto.  –  Lo conociste toda la vida, Emma. En lo tocante a fe… ¿En que creía más? ¿En que creía de verdad?
Emma levanto la vista y miro a David. Estaba increíblemente guapa. Se acerco a la cama de su hermano y le cogió de la mano. Más lagrimas…
  • -          Creía en mí…Y esa creencia tal vez le haya costado la vida, David. ¿Cómo puedo seguir viviendo si eso es verdad?
.  .  .
  • -          Lo tenemos registrado como víctima de un tiroteo desde un automóvil. El nombre de la hoja de ingreso es Carlos Reyes, pero la única identificación que entro con ese nombre fue una partida de nacimiento. Además, creo que es agente de policía, por lo que es casi urgente saber y poseer un documento de identidad.  –  dijo la enfermera.
  • -          Aja  –  le respondió el teniente Roberto.
  • -          Y no es lo único raro  –  dijo la enfermera, quitándose las gafas  –  Hemos controlado sus signos vitales desde que llego y en las ultimas 48 horas ha habido cambios en sus análisis de sangre. Tuve que pedir una copia de los resultados, ya que esta desapareció de manera… extraña.
  • -          Aja…Interesante…  –  dijo el teniente Roberto, mientras se rascaba la barbilla  –  Vale, no entiendo nada… ¿Qué significa esto?
  • -          Que en las últimas 48 horas, sus valores en la sangre cambiaron y detectamos otro tipo de sangre en ella. El laboratorio la identifico y declaro que no es la misma sangre.  –  dijo la enfermera  –  La hermana, Emma, casi no se ha separado de el desde que ingreso ¿Quién sabe que ha estado haciendo por las noches cuando nadie la veía? Se supone que tiene un marido o novio, pero nadie lo ha visto jamás.
El teniente Roberto entrecerró los ojos.
  • -          ¿Quiere saber lo que cree que ha pasado?  –  pregunto la enfermera.
El teniente Roberto asintió con la cabeza. La enfermera tosió y empezó a contar sus sospechas.
  • -          Tal vez fuera un error, tal vez fuera deliberado, pero como sea, le dispararon…supongo que el marido-novio. Probablemente pensaron que estaba muerto o casi. Mientras que decidían que hacer con el… este consiguió llegar hasta el hospital. Quizá en taxi o caminando. Le sorprendería saber las cosas que la gente hace cuando la adrenalina la tiene hasta los topes. Además, el paciente está en buen estado físico, así que no creo que le haya costado venir. Pero no iba solo. Quizá pensaron que vendría hacia acá o querían terminar lo que habían empezado. El marido intento detenerlo, tal vez obligarlo a volver cuando la pistola se disparo. Lo cual los asusto y huyeron. Y por eso lo encontramos así, tirado en medio del pasillo.
  • -          Es posible. ¿Algo mas?  –  pregunto el teniente Roberto.
  • -          Bueno…Mintieron cuando dijeron que habían presentado la denuncia policial por el tiroteo desde un coche. Y, desde que llegaron, están pagando en efectivo. 
El teniente Roberto entrecerró los ojos. Empezaba a atar cabos…
  • -          Eso es importante, por que cualquier aseguradora querrá y requerirá pruebas para poder abonar el importe de todos los gastos. Además que contactaría con la policía para verificar los datos. O sea, nombre completo y esas cosas. Como el chico lo estropearía todo si se despierta  –  dijo la enfermera, volviendo con su teoría  –  la hermana ha estado todo el tiempo aquí, para asegurarse de que no hablaba… y podría haber colado a su novio para terminar el trabajo con una dosis de sangre que haría de distractor en los análisis. Además que esa dosis podría tener alguna sustancia que desconozcamos. Y luego, la forma en la que habían preguntado hoy si había cambios en su estado, como si supieran algo…
El teniente Roberto se rasco la barbilla.
  • -          Bueno, no es la única explicación pero tiene sentido como posible explicación. Y lo que esta claro es que, al no presentar una denuncia ante la policía y mentir al respecto en el formulario, da motivos de sospecha y una causa probable.  –  dijo el teniente Roberto  –  Además de que es un delito en si mismo.
El agente Roberto se dirigió hacia la puerta.
  • -          ¿Están arriba ahora?  –  dijo
  • -          Si, habitación 357. Al final del pasillo.  –  dijo la enfermera
  • -          Gracias  –  dijo este y salió por la puerta.
.  .  .
  • -          Vale, si la transfusión no ha funcionado y la medicina de este hospital no funciona, tiene que haber otra forma de…  –  dijo David pero se callo en ese momento, pues alguien toco la puerta.
  • -          ¿David, que pasa?  –  pregunto Emma.
  • -          Problemas…yo…  –  dijo el chico y se escondió.
Emma cruzo la habitación y abrió la puerta. En la puerta estaba el teniente Roberto.
  • -          ¿Señorita Reyes?  –  dijo el teniente.
  • -          ¿Si…?  –  dijo Emma.
  • -          Soy el teniente detective Roberto Álamo. Quiero hacerle unas preguntas sobre su hermano.
Emma entrecerró los ojos.
  • -          No…  –  la chica dudo  –  No es buen momento. No puedo moverme de aquí…
  • -          No puede quedarse aquí, señorita. Eso podía ser parte del problema.
Emma se puso seria.
  • -          Oiga…No le entiendo  –  dijo la chica, intentando intimidar.
  • -          ¿Sabe usted que no presentar una denuncia por tiroteo, dar información engañosa o incompleta en relación a una investigación por tiroteo, es delito?  –  dijo el teniente.
  • -          Si…Soy abogada y conozco las normas. Pero aun así, no se de que esta hablando…
  • -          Me temo que tendrá que acompañarme  –  dijo el teniente estirando el brazo y cogiendo el antebrazo de Emma.
  • -          No, yo….Tengo que quedarme aquí…  –  dijo la chica, intentando soltarse.
  • -          Señorita, podemos hacerlo con esposas o sin ella. Y no tengo ninguna…  –  dijo el teniente Roberto pero se calló por que todas las luces se habían apagado.
Emma miro para atrás y vio que el sitio donde David se había escondido estaba vacío. La chica miro para todos lados, pero la oscuridad le impedía.
  • -          Pero ¿Qué…?  –  dijo el teniente Roberto. Este miro hacia la cama de Carlos.  –  Las luces se han apagado, pero el equipo médico sigue funcionando. Alguien quiere oscuridad. ¡No se mueva, señorita!  –  dijo este mientras sacaba las esposas de su bolsillo.
  • -          No…oiga, ¿Qué le da derecho a usted para…?
El teniente Roberto paso una horquilla por la muñeca de Emma y cerro las esposas. Luego cerro la otra horquilla en el pomo de la puerta. Emma tiro, intentando soltarse pero le fue inútil.
  • -          Suéltela.
Emma y el teniente Roberto giraron el cuello. Aunque estaba todo oscuro, Emma pudo ver el perfil de David, en medio del pasillo, a dos metros del teniente Roberto. Este desenfundo la pistola.
  • -          ¡Policía! Sea quien sea, le ordeno que se tumbe en el suelo.  –  dijo mientras apuntaba a David.
  • -          No  –  dijo David, furioso.
  • -          ¡Al suelo! No voy a repetirlo…
  • -          Eso…si va a ser verdad  –  dijo David.
Un segundo más tarde, David se abalanzaba sobre el policía, quien abrió fuego. David, aparto la mano que tenía el arma y con la otra mano le propino un fuerte puñetazo en la mejilla al policía.
  • -          ¡Dios mío, David!  –  grito Emma.
David contemplo como el policía yacía en el suelo. Tenía un pequeño hilillo de sangre en la cabeza. Estaba inconsciente.
  • -          No esta muerto. Solo esta inconsciente. Es…  –  dijo el chico mientras se acercaba a Emma.
  • -          David…Has atacado a un agente de policía. Lo has noqueado.  –  dijo Emma.
David cogió las esposas. Tras forcejear por unos segundos, arranco las esposas del pomo de la puerta. Emma se había quedado con la boca abierta.

David se agacho y le tomo el pulso al policía. Mientras Emma se frotaba la muñeca, no puedo evitar pensar:

“Toda mi vida me he preguntado que primer paso habrían dado algunos de los criminales que defendía o acusaba para convertirse en lo que eran”

David se movía por la habitación. Miraba las cortinas.

“Hasta este momento, yo no había hecho nada que pudiera considerarse un hecho criminal. Es cierto que había algunas cosas arriesgadas, pero podríamos llamarlos gajes del oficio”

David arranco las cortinas. Emma se agacho y miro el cuerpo del policía.

“Pero esto…Esto…”

Vio el hilillo de sangre que le salía de la cabeza.

“Por esto te meten en la cárcel. Y con razón.”
  • -          Vale, Emma. Tenemos que darnos prisa. Tenemos que sacar a Carlos y a ti de este hospital.  –  dijo David.
  • -          Pero…  –  dijo la chica.
  • -          No discutas. Sal de aquí. Te llamare al móvil cuando estemos listos.
La chica se dirigió a la puerta.
  • -          Vete Emma. Nos ganare algo de tiempo.  –  dijo David.
Emma llego al ascensor y le dio al botón. Mientras esperaba, no pudo evitar pensar:

“Delito numero Uno: No presentar denuncia policial por una herida de bala”

La chica giro el cuello y vio como David envolvía al policía con la cortina.

“Delito numero Dos: Atacar a un agente de policía”

David hacia bastantes nudos para inmovilizar al policía.

“Delito numero Tres: Detención ilegal”

El ascensor llego y Emma entro. Antes de que la puerta se cerrara, pudo ver que David escapaba por la ventana.

“Delito número Cuatro: Huir de la escena del crimen”
.  .  .
  • -          Así que se mete conmigo porque todavía vivo con mi madre mientras ahorro un poco. No es que me sienta plenamente a gusto pero es lo que uno tiene que hacer ¿no?  –  dijo uno de los conductores de la ambulancia que estaba aparcado en la calle.
  • -          Está claro  –  dijo el otro conductor.
Los dos comían sendos bocadillos en una cafetería. En la calle estaba la ambulancia.
  • -          Así que le digo, “Vale, si no te gusta, vete” ¿Sabes lo que hizo?
  • -          ¿Qué?
  • -          Se fue ¿Te parece normal?
  • -          Increíble.   –  tomo un trago de su bebida  –  ¡Guapa! Ponme dos mas de estos. Y ponte unos pasodobles o algo por el estilo.  –  dijo el conductor a la camarera.
La chica puso un disco en reproducción y le subió todo el volumen. Los dos conductores chasquearon los dedos y fingieron bailar. Por la ventana se podía ver una gran polvareda. Un segundo más tarde, la ambulancia había desaparecido.
.  .  .

“Delito número Cinco: Robo de coche”
  • -          Emma ¿Estas lista?  –  dijo David, hablando por el móvil. Conducía la ambulancia.
  • -          Dime lo que tengo que hacer  –  dijo la chica a través del teléfono
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En una puerta se podía leer: “Almacén. Solo personal autorizado”. La puerta de esta misma esta forzada y entreabierta.

“Delito número Seis: Allanamiento de morada”

David se ponía la ropa de enfermero. Hablaba por el móvil.
  • -          Vale, Emma. Estoy listo. Va.
  • -          Voy  –  dijo la chica
.  .  .

Emma corría desesperada por el pasillo.
  • -          ¡Enfermera, enfermera! Hay alguien en el vestíbulo. Creo que esta teniendo un ataque al corazón. ¡Se esta poniendo azul!
  • -          ¿Que?  –  dijo la enfermera, quien revisaba un archivador.  –  ¡Código azul! ¡Todos los médicos disponibles, al vestíbulo! ¡Código azul!  –  dijo la enfermera por un sistema de Manos libres que tenia, mientras salía corriendo.
Emma espero a que la enfermera saliera del pasillo y se acerco al archivador. Saco una hoja. Se podía leer: “Autorización para traslado de paciente”
.  .  .

David conducía una camilla. Se dirigía hacia la habitación 357. Al entrar, giro el cuello y vio que nadie había en el pasillo. Se acerco donde Carlos y puso la camilla a su costado.
  • -          ¿Carlos? Soy David. Yo…Tengo que trasladarte. Sé que las maquinas te ayudan a mantenerte vivo, pero tienes que aguantar unos minutos, nada más.
Hizo un esfuerzo y consiguió mover a Carlos a la otra cama.
  • -          Se que es peligroso, pero si te quedas aquí, será más peligroso para todos. Y tengo que…Tengo que dar pasos para asegurarme de que nadie nos vea ni interfiera. Tengo el plan perfecto. Por que nadie  –  dijo David mientras tapaba a Carlos hasta la cabeza  –  Nadie quiere ver como llevan un cadáver al depósito.
Y tenía razón. Mientras David avanzaba por el pasillo, la gente se tapaba la boca con las manos y algunos se persignaban. David intento no mirar a nadie.

“Delito número Siete: Imprudencia temeraria”


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Emma corría hacia la ambulancia que estaba en la zona de estacionamiento. Cuando abrió las puertas traseras, vio a David enchufando toda las maquinas necesarias.
  • -          ¿David?  –  pregunto la chica.
  • -          Aquí. Esta bien. Su corazón empezó a fallar pero le di un masaje y enchufe todo. ¿Tienes los formularios?  –  pregunto el chico.
  • -          Aquí mismo  –  dijo Emma, mostrándole las hojas.
  • -          Entonces vamos  –  dijo David mientras se acomodaba en el asiento del conductor.
.  .  .


  • -          No ha sido aprobado. No he recibido la llamada.  –  dijo la enfermera.
  • -          Lo sé. Es que estamos hasta las cejas y las camas están llenas…  –  dijo David fingiendo.
  • -          ¿Y nosotros no?  –  dijo las enfermera, señalando el abarrotado vestíbulo  –  Bueno es igual. Ya nos la apañaremos. Llévalo a la 128 hasta que encontremos algo mejor.
  • -          De acuerdo, gracias  –  dijo David.
David salió del vestíbulo, dirigiéndose hacia la ambulancia. La enfermera cogió la hoja de autorización para traslado de paciente. No vio nada raro. Pero lo raro estaba en la firma del medico que autorizaba el traslado: “Lucas Albarello”

“Delitos numero Ocho y Nueve: Falsificación y Fraude”

(NOTA MÍA: a estas alturas de la historia, el señor M me dijo que Lucas, Pablo, Maria y Andrea han muerto de manera misteriosa… Interesante, ¿no?)
.  .  .
  • -          ¿Pista libre?  –  dijo Emma.
  • -          Pista libre  –  dijo David. Juntos consiguieron bajar la camilla de Carlos.
Los dos avanzaron por el pasillo y consiguieron llegar hasta la habitación 128. También estaban tres ocupantes mas. David dirigió la camilla hasta el lugar mas alejado de la habitación. Enchufo todo y se sentó. Emma se acerco a su hermano.
  • -          Ahora descansa. Has tenido un día muy ajetreado  –  dijo la chica y junto a David salieron del pasillo.
Ya en el pasillo, David abrazo a Emma, quien no pudo evitar las lagrimas. Incluso a David le picaban los ojos.
  • -          Lo siento…Intento no llorar, pero…
  • -          Lo se…lo se  –  dijo David.
  • -          No quiero tener miedo, David. Pero me pregunto… ¿Qué nos esta pasando? ¿Qué va a pasarnos? ¿Dónde acabara todo esto?  –  dijo Emma mientras miraba a su marido.
David abrazo con mas fuerza a la chica.
  • -          No lo se, Emma. Solo se que no nos podemos rendir ahora. Ni por Carlos ni por ti.
Estuvieron así por unos segundos. Hasta que David se separo de la chica.
  • -          Tengo que seguir para adelante. Tengo que dejar la ambulancia en la otra punta de la ciudad. Asegurarme de que nadie la rastree hasta acá. Al menos durante un tiempo.
  • -          ¿Y luego?  –  dijo Emma.
  • -          No lo sé, Emma…No lo sé…
David salió del pasillo. Emma saco unas monedas y compro un vaso de café. Se dirigió hacia la salida. Ya en la puerta, el frio la hizo tiritar. Se llevo a los labios el vaso de café y bebió. Los ojos se le inundaron de lágrimas. No pudo evitar pensar en lo que más miedo le daba:

“Nueve delitos. Mínimo diez años por acusación…Equivale a una condena de noventa años. Posiblemente cadena perpetua.”

El vaso resbalo por sus manos y cayo al suelo. Emma miraba hacia el cielo estrellado.

“Nueve delitos. No cometido por un perfil de internet. No cometido por SoudFrom”

Las lágrimas surcaban las mejillas de Emma.

“Nueve delitos cometidos por mi y por David. Con nuestras huellas dactilares por todas partes.”

Emma cerro los ojos, suplicando.

“Me he convertido en aquello en que quería combatir. Una criminal. Toda mi vida he tenido pesadillas con que me acusaran de criminal y me mandaran a la cárcel. Ahora estoy atrapado en esta pesadilla, pero esto si es real”

Y pese a que horas antes, delante de un capellán de hospital lo había negado, Emma no pudo evitar suplicar:

“Estoy perdida… ¡Dios! ¡DIOS!...Ayúdame…Estoy tan perdida…”

Mis mas grandes saludos al señor M, quien desde su comodo sofa estara jugando videojuegos y pensando en la siguiente gran historia que me contara.