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# 1
(Plaza de Carlos Trias Bertrán - Madrid, España)
Eran las 11 de la mañana, en un caluroso día de Agosto, cuando la plaza Carlos Bertran estaba a rebozar. Ubicada en las inmediaciones del estadio, la multitud disfrutaba del día. Algunos sentados en la terraza de los bares, otros caminando y algunos simplemente contemplando el sol.
Entre tanta gente, 2 chicos estaban sentados en una mesa de alguna terraza. Eran muy jóvenes, no aparentaban mas de 11 años. Uno de ellos era muy gordo, moreno, vestido con chaqueta y pantalones oscuros, en pleno mes de verano. La otra era una chica, también de 11 años. Vestía de una forma muy fresca, juvenil, con camisetas y pantalonetas, zapatillas y un lazo. Bebían unos refrescos y comían unos aperitivos.
- ¿Te apetece dar una vuelta por la plaza? - dijo Natalia.
Mario, quien comía los aperitivos, sonrió.
¿Porque sonreía? ¿Quizá porque la chica que estaba enfrente de el era una hermosura y le gustaba? ¿O porque no se creía que era su amiga? ¿O quizá porque todo aquello le parecía el mejor día de su vida?
- Vale... Me apetece estirar un poco las piernas.
Ambos chicos se pusieron en pie. Sonriendo y riéndose caminaron hacia la rotonda que había mas adelante. Natalia se acercaba a Mario, queriendo cogerle del brazo pero el chico, tímidamente, parecía no querer o no saber. Pero Natalia parecía que eso le gustaba.
- ¿Que hacemos? El día es tan largo...
Natalia se le acercaba mas y mas. Mario se empezó a poner rojo.
Natalia le cogió de la mano a Mario.
MUSICA
Natalia sonrió de oreja a oreja.
Natalia se le acerco.
La felicidad que se podía ver en ambos era clara. Se cogían de las manos, daban vueltas alrededor, se abrazaban, hacían pasos de baile...
Ambos hablaban pero no se entendía lo que decían. Mario decía algo y Natalia reía. Natalia decía algo y los dos se reían, abrazándose. Natalia, sonrojada, se tapaba la boca con la mano y Mario se llevaba la mano al pecho de la risa.
La gente empezaba a mirarlos. Pero solo eran dos chicos, no mas de 11 años. La gente los miraba extrañados para luego sonreír y seguir su camino.
Pasaron varios minutos...
Natalia se acerco, en el ultimo momento, mucho a Mario, casi rozándole los labios. El chico se encogió de hombros.
Natalia le cogió de la mano a Mario.
- ¿Bailamos? - dijo la chica.
MUSICA
Natalia sonrió de oreja a oreja.
- ¿Es en serio? - dijo Mario, mirando a ambos lados.
- ¡Pues claro que si! - dijo Natalia. - Ven, dame tu mano...
- Me da corte... - dijo Mario, agachando la cabeza.
Natalia se le acerco.
- Hazlo por mi...
La felicidad que se podía ver en ambos era clara. Se cogían de las manos, daban vueltas alrededor, se abrazaban, hacían pasos de baile...
Ambos hablaban pero no se entendía lo que decían. Mario decía algo y Natalia reía. Natalia decía algo y los dos se reían, abrazándose. Natalia, sonrojada, se tapaba la boca con la mano y Mario se llevaba la mano al pecho de la risa.
La gente empezaba a mirarlos. Pero solo eran dos chicos, no mas de 11 años. La gente los miraba extrañados para luego sonreír y seguir su camino.
Pasaron varios minutos...
Natalia se acerco, en el ultimo momento, mucho a Mario, casi rozándole los labios. El chico se encogió de hombros.
- Ha... ha estado bien. Me gusta hacer esto de vez en cuando... - dijo el chico. - Esto... ¿Compramos eso de una vez? - dijo, un poco incomodo.
Natalia puso un gesto de decepción para luego sonreír como una caprichosa.
- Claro, Mario... Yo iré a comprar unos refrescos.
Mario sonrió y extrajo unas monedas.
- ¿Te acompaño? - dijo Mario.
- No, mejor ve tu a comprar la revista. Y hazlo rápido... Cuando vuelvas, quiero hablar de algo contigo... - dijo Natalia, sonriendo picaramente.
Mario casi estalla de alegría cuando la chica le dijo aquello. Pero que poco le duro aquello.
Ambos se dieron la espalda y se dispusieron a comprar cada uno lo que había dicho. Pasado unos segundos, Mario se detuvo. Se le paso por la cabeza acompañarla sin que se diera cuenta, dándole una sorpresa por detraz. Sonriendo como un niño, Mario pensaba eso cuando escucho el sonido de frenado de un coche. Un sonido atroz, de gritos, le hizo que se diera la vuelta.
Natalia yacía en el suelo, delante de un coche, con un charco de sangre formándose detrás de su cabeza.
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# 2
La gente se empezó a acumular. Muchas mujeres se tapaban la boca con las manos, otras lloraban, otras levantaban sus teléfonos móviles y llamaban... Algunos hombres se tocaban la frente, otros miraban a ambos lados... Nadie se daba cuenta de lo petrificado que estaba aquel chico gordo y moreno.
MUSICA
MUSICA
¿Era eso sangre?
El conductor del coche bajo. Lucia desesperado y derramaba lagrimas. La chica que acababa de atropellar lucia en estado critico. Por no decir que estaba muerta.
Un olor metálico... Una sensación de salado... Algo espeluznante pero apetecible a la vez...
La gente empezó a protestar. Unos decían algo... otros decían otras cosas... Algunos y algunas le recriminaban al conductor...
Mario estiro el cuello. La sangre no le permitía ver la herida que tenia Natalia en su cabeza. ¿Porque tenia ganas de vomitar?
Había algo en la escena que inquietaba a Mario.
Natalia muerta... Sangre... Mario... La herida de la cabeza... Sangre... Mario... El brazo de la chica en una extraña postura... Sangre... Mario... Natalia, nuevamente, muerta...
Natalia muerta... Sangre... Mario... La herida de la cabeza... Sangre... Mario... El brazo de la chica en una extraña postura... Sangre... Mario... Natalia, nuevamente, muerta...
¿De verdad lloraba porque su día había sido estropeado? ¿Porque no lloraba por la muerte?
Mario parpadeo.
¿Es que acaso no le apenaba la muerte de aquella chica?
¿Que demonios le pasaba?
Su mejor amiga, la chica de la que estaba enamorada... estaba muerta. Delante de sus ojos, con la cabeza destrozada contra el asfalto, emanando sangre, con los ojos mirando el cielo, totalmente apagados...
Mario se asusto. ¿Porque no sentía miedo? ¿¡Es que le daba igual!?
Mario se empezó a asustar. Veía el cadáver de Natalia y solo sentía pena. Pero también sentía... ganas de sonreír...
¡Debía de sentir pánico! ¡Miedo! ¡Mucho miedo!
Mario empezó a temblar. ¿Que le pasaba? ¿¡Es que acaso acababa de enloquecer!? ¿¡Le daba igual la muerte!?
Mario siempre pensó que la muerte era algo peligroso. Pero en ese momento, contemplándola... parecía que le era indiferente.
Quizá... quizá eso era lo que le asustaba.
Sangre... Mario no podía dejar de ver la sangre...
- ¡Tengo que salir de aquí! - grito Mario en su interior.
Lentamente, Mario empezó a retroceder.
Las lagrimas amenazaban con aparecer.
¿Y ahora porque? ¿Porque tenia ganas de llorar?
Mario se dio media vuelta. Iba a salir de allí.
- Ey...
Alguien le puso la mano encima a Mario. El chico giro el cuello, vio la mano en su hombro y miro a la persona que le puso la mano allí.
- ¿Tu conoces a esta chica?
Mario, quien hacia un esfuerzo imposible por no llorar, negó con la cabeza.
- ¿Como que no? - dijo una señora, con lagrimas en los ojos. - ¿No estabas con ella en aquella terraza del bar? Os vi juntos...
Mario volvió a negar con la cabeza. Estaba desesperado.
- ¡Que si, chaval, no lo niegues! ¡Yo también os vi! - dijo otra señora, agitando un abanico. - ¿¡Porque lo niegas!?
- ¿La conoces, verdad?
- De seguro, la conoces...
- Os vimos juntos...
- Debes ayudarla...
- Solo queremos saber si puedes...
Delante de Mario, solo habían unos monstruos gigantes que le acosaban
- ¡¡¡NO!!! - grito Mario.
La gente pego un brinco, apartándose de aquel chico. Todos pusieron un gesto inaudito. ¿Que fue lo que vieron en el rostro de aquel niño? Sea lo que sea, todos dejaron de acosarle.
Mario se alejo de los monstruos. No se fijo en la chica que acababa de aparecer detraz de todos esos monstruos.
Mario se alejo de los monstruos. No se fijo en la chica que acababa de aparecer detraz de todos esos monstruos.
Mario echo a correr. Corrió y corrió. Ni se dio cuenta que la noche caía y la lluvia arreciaba. Siguió corriendo.
Y siguió corriendo...
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Tumbada en el suelo, Natalia miraba el cielo infinito. Todavía podía oír.
- ¿Tu conoces a esta chica?
Natalia intento mirar hacia un costado. No pudo.
- ¡Que si, chaval, no lo niegues!
Natalia intento mover un musculo. No pudo.
- ¡¡¡NO!!!
Natalia se sumergió en oscuridad.
- Yo te quería... - dijo la chica.
Oscuridad.
- ¿Porque dejaste que muriera?
¿Es esto la muerte? ¿Oscuridad... y silencio?
¿¡HAY ALGUIEN ALLÍ!?
Natalia grito, grito con todas sus fuerzas. Solo había silencio. Silencio... y vacío.
Natalia grito, grito con todas sus fuerzas. Solo había silencio. Silencio... y vacío.
- Y me fui... con la cabeza reventada...
Silencio.
- ¿Porque no me ayudaste?
Oscuridad.
- ¿Yo te quería?
Silencio.
- Mario...
Oscuridad.
- Me traicionaste...
Silencio.
- Confiaba en ti...
Oscuridad.
- Y no supiste ayudarme...
Silencio.
- Yo te quería...
Oscuridad.
- Te quería...
Silencio.
Alguien reía de manera sádica.
- Es una sensación maravillosa, ¿no? Incluso rodeado de una multitud, te puedes sentir sola...
Silencio.
- Mario... debes... deberías... probarla... ¡Podrás gritar, golpear, patear, llorar en lo mas hondo de todo! Pero a nadie le importara...
Oscuridad.
Una chica reía de manera sádica.
- Tienes... que probarla...
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# 4
(Barrio de Aluche - Madrid, España)
- ¡Se supone que harías lo del banco! - grito una mujer.
- Es muy fácil decirlo... ¡Parece que solo soy el único que se preocupa por esto! ¡Por si no te has dado cuenta, nos van a quitar la casa, estúpida! ¡ME ACABAN DE DESPEDIR! ¡ESTOY TENIENDO EL PEOR DÍA DE MI VIDA Y TU SOLO LO COMPLICAS MAS! - grito un hombre.
- ¿Y YO QUE? ¿Acaso no este el peor día de mi vida? ¡¡Me acaban de despedir, de humillar y encima me doy cuenta que la persona con la que estoy casada es un fracasado! ¡Eres un inútil! ¡Hace tiempo que te advertí! Y tu solo pensando en miseria y mas miseria... ¿Que va a ser de Natalia? ¡Nuestra hija no puede pasar por esto! ¡Lo prometiste!
- ¡Es muy fácil decirlo! ¡No me extraña que nos vaya tan mal! ¡Estoy casado con una estúpida que para pedir si es muy buena! Y la única vez que le pido que me ayude... ¡La jode! Yo, en cambio...
- ¡Tu nada! - grito la mujer. - ¡No permitiré que hagas daño a nuestra hija! ¡Ni que le formes un trauma! O solucionas esta crisis o...
El hombre le propino una bofetada a la mujer, haciendo que se tambalee.
- ¡Ya estoy harto de que siempre tenga la culpa de todo! ¡He aguantado mucha mierda que me has tirado encima, todo por el bien de nuestra hija! ¡He tenido que aguantarte muchas veces tus arranques de infantilismo! ¿Y todo para que? ¡Para que vengas y me escupas a la cara diciéndome que todo es culpa mía! - grito el hombre, hinchando la vena de su sien.
- ¡Hijo de p...!
El timbre sonó. La mujer le propino un golpe al hombre, haciéndolo tambalear. Pero el hombre tenia mas fuerza. Le puso el brazo en el cuello y la empujo contra la pared. El hombre, quien tenia un gesto de furia, relajo sus músculos faciales. Daba mucho miedo. Lenta y pausadamente, dijo:
- No tienes ni idea de la mierda de vida que tengo que soportar por ti y por Natalia. Trabajar 12 horas en un trabajo que poco me importa. Sobrellevando a base de pastillas una existencia triste y hueca, llorando de rabia porque nunca le podre dar a mi hija lo que me jure cuando supe que vendría a este mundo. Y sobre todo, sufrir por estar casado con alguien que solo se me acerco por interés. Pero no me entiendes... porque nunca en tu vida has experimentado algo así. La mayoría de la gente ignora lo de los demás. Hoy es el peor día de mi vida. Estoy a punto de perderlo todo ya que, de seguro, un juez te dará la custodia a ti antes que a mi. Pero, así como estoy a punto de perderlo todo, no me importara ciertas cosas. Así que... Vuelve a decirme que la culpa es mía y...
El hombre levanto un cuchillo, el de la cocina. Lo puso cerca del cuello de su mujer. Esta se aterro.
- Lo pagaras muy caro... - dijo el hombre.
La mujer, quien estaba asustada, solo dijo:
- Monstruo...
El hombre dejo el cuchillo sobre una mesa y se dirigió a la puerta, dado que el timbre seguía sonando. Respiraba de forma acelerada. Temblaba... Al abrir la puerta, 2 agentes de policía estaban allí. El hombre se asusto.
- ¿Si? ¿Que desean? - pregunto, con falsa modestia.
- ¿El señor Barrenechea? Somos la policía de Madrid, tenemos que hablar con usted... - dijeron mostrando sus placas.
- Oiga, no es lo que parece... Mi mujer y yo...
- Escúcheme. - dijo uno de los agentes. - Su hija Natalia ha sufrido un accidente esta mañana. Un atropello. Ha... ha fallecido. Lo siento mucho...
El hombre quedo estupefacto. No dijo nada. Solo se quedo en ese semblante de aturdimiento. Daba pena el gesto de sorpresa triste de su rostro.
- ¿Que...? - logro a decir. La voz se le quebró de un momento a otro.
- El departamento ya esta trabajando. Le pedimos por favor que se pase por la comisaria para llevar a cabo los tramites.
El hombre seguía con su semblante de estupefacción. Empezó a dar miedo.
- Oiga... Se que es duro... Pero estas cosas pasan... Lo mejor sera que le dejemos solo. Cuanto antes se acerque para el tramite, mejor. Buenas noches.
Los agentes de policía se fueron. El hombre no cerro la puerta. Se dio media vuelta.
- ¿Que querían? - dijo su esposa.
El hombre levanto la cabeza. Su mujer todavía parecía asustada... Una lagrima surco el rostro del hombre...
- "El peor... día... de mi vida..." - murmuro el hombre.
El hombre... sonrió. Levanto otra vez la mirada. Camino hacia su habitación.
La mujer lo miro extrañado. Lo miraba como si le estuviera buscando algo a su rostro. Levanto su brazo para detenerlo.
- ¿Estas bien?
Sin previo aviso, el hombre cogió el cuchillo de la mesa y apuñalo a su mujer. La mujer grito fuerte al inicio, intentando apartar el arma blanca que le estaba perforando el pecho. El hombre tenia los ojos muy abiertos al momento de apuñalar a su esposa, como si estuviese mirando a la nada. Empezó a reírse como un desquiciado. Soltaba carcajadas de alto volumen, cada ves que el cuchillo atravesaba la piel de su esposa. La sangre salpicaba por todos lados, como si fueran chorros. Su esposa opuso resistencia pero no era rival para el hombre que alguna vez fue su amado. Lentamente, sucumbió al dolor y a la falta de sangre.
El hombre parecía una bestia enferma. Daba igual que la sangre le salpicara en los labios, en los ojos, cerca de las fosas nasales, cerca de las pestañas... parecía que no le importaba. Ni parpadeaba. Daba tales puñaladas y tal era la demencia con la que actuaba, que empezó a desgarrar la carne de su esposa, ya no solo a apuñalarla.
Una...
y otra...
y otra vez...
Sangre por todos lados...
El hombre no paraba de reír. Reía de una manera rara. Como si disfrutara y sufriera a la vez. Como si supiera lo que estaba haciendo... pero ello le provocaba risa. Bañado en sangre, levanto la cabeza de una forma extraña, como si le costara.
Había algo que lo había detenido. El hombre se había dado cuenta de algo y dejo de destrozar al cadáver de su esposa. Giro rápidamente el cuello, hacia atrás.
Había algo que lo había detenido. El hombre se había dado cuenta de algo y dejo de destrozar al cadáver de su esposa. Giro rápidamente el cuello, hacia atrás.
Mario, estupefacto y aterrorizado, contemplaba toda la escena desde el marco de la puerta.
En el rostro del chico se podía reflejar una expresión de horror.
En el rostro del chico se podía reflejar una expresión de horror.
El hombre se puso en pie. Sonriendo, como si el chico le hubiera pillado haciendo algo simple, se limpio la sangre del rostro con una mano. Empezó a caminar hacia Mario.
La sangre que chorreaba de sus ropas iban formando un rastro en el suelo. Levanto el cuchillo ensangrentado y apunto a Mario, quien parecía a punto de desmayarse.
- El peor... día de mi vida... - dijo Mario, tragando saliva.
El hombre le sonrió a Mario. Sin previo aviso, levanto el cuchillo... y se degolló el cuello.
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Finaliza en "Un lugar en mis sueños - FINAL"
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