sábado, 28 de diciembre de 2013

Un lugar en mis sueños - Prologo

En un oscuro y mugroso bar, la gente charlaba y murmuraba cosas. Gente ataviada con ropas de invierno reía, chocaba los vasos que bebían entre si, algunos dormitaban... y otros, como el hombre que estaba en la barra, bebían con la mirada clavada en el suelo. El hombre apoyaba sus brazos en la barra y movía la cabeza de vez en cuando.

El hombre apuro su vaso y lo golpeo suavemente contra la madera de la barra. Dijo:
  • Pon me otra...
La camarera, quien limpiaba un vaso de cristal con un mugriento trapo, lo miro de mala manera.
  • Me has pedido un refresco... pero no te lo has bebido. Esta alli, mosqueándose... Hasta ahora, me has pedido 3 vasos de agua del grifo. Te los he dado sin rechistar... ¿Porque no te bebes tu maldito refresco?
El hombre la miro con normalidad.
  • Pon me... otra... - dijo, sin levantar la voz.
La camarera, echando chispas, cogió el vaso del hombre y lo lleno de agua hasta la mitad. Se lo dio de mala manera.

El hombre vio el vaso medio lleno. Se encogió de hombros...
  • Llénalo... - dijo el hombre, esperando respuesta.
  • Es la ultima que te pongo. Si no quieres beber tu refresco, ¿para que coño lo pides?
El hombre se irguió, sonriendo.
  • Mira, cariño... ¿No has escuchado la frase de "El cliente siempre tiene la razón"? Independientemente si la has escuchado o no... ¿Que tal si me sirves el vaso y cierras el pico? - dijo el hombre, dispuesto a tomar su vaso con agua.
La camarera cogió el vaso con agua y se lo tiro en la cara al hombre.
  • ¿¡Y que tal si te largas de mi bar!? - dijo la camarera, echando chispas.
Todas las personas que estaban allí dejaron de hacer lo que estaban haciendo y vieron como la camarera pegaba el grito en el cielo. El hombre, quien había puesto un gesto de inocencia, se encogió de hombros. Retrocedió, medio aturdido. Parecía un niño que había estado jugando con un jarrón y ahora ese jarrón se había roto y el niño se sentía culpable.
  • ¿Y a donde voy a estas horas? - dijo el hombre.
Tambaleándose, el hombre se dirigió hacia la salida. Sentía que las miradas de la gente que estaban en la barra seguían clavadas en su espalda... pero no le importo. Si le importo cuando un tipo ataviado en un grueso abrigo se le acerco y le bloqueo el paso.
  • Aquí no queremos graciositos... ¿No has escuchado a la señorita? - dijo el hombre del abrigo, muy seriamente.
El hombre, quien lo miro, solo frunció el ceño y siguió hacia adelante, golpeándolo en el hombro al pasar.
  • ¡Ey! - grito el hombre del abrigo, poniéndose violento. - ¡Te ha dicho que te larg...!
Fue algo rápido. El hombre del abrigo intento coger al hombre por la espalda pero este reacciono rápidamente. De un giro de 180°, el hombre le torció el brazo al hombre del abrigo, haciendo que grite de dolor. Acto seguido, le tumbo el torso en una mesa, cogió una botella que había allí y...

CRASH

Todo el mundo aparto la mirada un segundo. Cuando volvieron a mirar, se dieron cuenta que el hombre había roto la botella en el borde de la mesa, mas no en la cabeza del hombre del abrigo. Este ultimo parecía asustado.

Mario levanto la mirada. Se dio cuenta que todos lo miraban, algunos asustados, otros con fiereza.

Mario metió su mano dentro de su abrigo, asustando a la mayoría. Extrajo una cartera, la abrió, saco unos billetes, los dejo sobre la mesa y dijo, mirando a la camarera:
  • Por las molestias... - dijo Mario, dando media vuelta y saliendo del bar.
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Natalia yacía en el suelo de un bosque, caída en desgracia. Lloraba...
  • Me muero... Me debilito cada segundo que pasa... Me muero... otra vez...
Levanto su rostro de muerta. Cuenca de los ojos vacías  cabeza destrozada en la sien derecha, abundante sangre...
  • Debe morir... por sus propios medios... Pero nada de lo que he hecho hasta ahora ha funcionado...
Natalia empezó a llorar.
  • Ni la oscuridad...
Natalia se puso en pie.
  • Ni su odio...
Natalia se enfureció.
  • ¡He intentado que se de cuenta de la culpa que posee! ¡Lo único que he hecho es ser amable con el y mostrarle el único camino para limpiar su conciencia!
Natalia sonrió.
  • La muerte...
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"Un mal día... la barrera que separa la cordura de la demencia..." - El Joker ("Batman: The Killing Joke")


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