lunes, 3 de noviembre de 2014

La Iniciación - Parte 1

(NOTA DEL AUTOR 1: Esta historia se cuenta, en ciertos momentos, de una forma resumida. Los acontecimientos descritos son (o serán) explicados mejor en Episodios desde Madrid - Saga del Guerrillero)

(NOTA DEL AUTOR 2: La historia de la Iniciación abarca muchos momentos menores, tales como el entrenamiento de Mario, así como su puesta en forma. Esta entrada abarca los aspectos mas importantes)

Dominique supo que había llegado el momento. El momento de decidir. El decidir si arriesgarse con Mario, transmitirle algo que no estaba seguro si lo entendería... o dejar las cosas como estaban... es decir, totalmente jodidas.
  • Todo lo que te he enseñado, Mario... Llaves, movimientos defensivos, ofensivos... Precisión del golpe, equilibrio... Están bien para cualquier persona. - dijo Dominique. - Pero hay algo mas. Hay una forma en la que puedes convertirte en una autentica maquina. Lo que viste aquella noche que intentaron agredir, fue una muestra de lo que te estoy diciendo.

Mario lo miro. No dijo nada.
  • Nunca lo terminara de entender pero la situación actual requiere que seas la persona en quien mas debo confiar... mas que Angie. - dijo Dominique.

Mario siguió en silencio. Dominique trago saliva. Mario entrecerro los ojos.
  • Te he estado viendo y siguiendo Mario. Independientemente que sea verdad o solo quieras llamar la atención, me he dado cuenta que piensas demasiado. Pero no como las personas comunes y corrientes. Tu vas mas allá... Me sorprendías como planteabas una situación. Y lo mejor de todo es que no parece que tengas un limite. Tu forma de pensar la vez que te conocí es casi arcaica con la de ahora. Y solo han pasado 14 meses. ¡14 meses! En menos de 2 años, tu "evolución" ha sido... preocupante para mi. Pero a la vez me hacia pensar: ¿Era verdad lo que pensaba de ti? ¿Existe esa clase de gente cuyo pensamiento fuera mas allá que las personas comunes? No es fácil hacer lo que tu haces, Mario... Pensar así, poner sobre la mesa todos y cada uno de las posibilidades, examinar las sub posibilidades, estudiarlas, eliminarlas, refutarlas, ordenarlas, agregar... eliminar... modificar... perfeccionar. Todo... al mismo tiempo. 
  • ¿Que... me estas queriendo decir? - dijo por fin Mario.

Dominique respiro.
  • Tu... Tu... - dijo Dominique. - Tu eres lo que siempre soñé, Mario. Alguien que me superase con creces, alguien que tuviera ese "algo" que no tienen los demás. Alguien con esa mentalidad.

Mario sonrió.
  • Todo esto me parece ridículo.
  • ¿¡Ridículo!? - dijo Dominique.
  • ¡Todo! ¿Piensas que por el hecho de pensar así, ya puedo superarte? Solo llevamos menos de 2 años... Tu, perfeccionar tu cuerpo y tus conocimientos te costaron casi un tercio de tu vida. ¿Crees que yo puedo superarte, solo porque tengo la mente un poco distinta que los demás? ¿De verdad crees todo eso? ¡Dominique, que eres una persona sensata!

Dominique respiro. Mario era tan joven...
  • Tengo... "fe".

Mario echo la cabeza hacia atraz, sarcásticamente.
  • ¡Piensa tu, Mario! ¿No sientes que tu forma de pensar... no sientes que eso podría ir mas allá de la mera solución de problemas?

Mario parpadeo.
  • ¡Tu mismo me lo dijiste! - dijo Dominique. - A veces te dan ganas de hacer cosas... cosas que son tan complejas, requieren mucho cuidado... pero que lo harías sin problema alguno. Otras veces, te aterraba porque, sin quererlo, ya estabas planeando una cosa. ¿Porque no quieres aceptarlo?

Mario negó con la cabeza.
  • Exactamente... ¿A donde quieres llegar?
  • Mario, mi hermano... te he enseñado todo lo que sé. No puedo enseñarte mas. No somos boxeadores, no somos karatekas, ni ningún otro practicante de tácticas de lucha. Pero tu tienes ese cerebro con el que naciste. Con eso... puedes aprender todo lo que los demás tardan años en perfeccionar.

Mario... lo estaba considerando.
  • Me has contado que muchas veces no sabes como usar esos pensamientos que te vienen a la cabeza. A veces lo usas para entenderte con G/Cinthia... otras veces para la universidad... otras para guiar tu propia vida... 
Dominique trago saliva.
  • Pero...
  • ¿Pero que?
  • Dímelo tu... cuando haces todo esto que acabo de mencionar... ¿Lo haces con todo tu ser? ¿Das el 100% de ti?
  • No...

Dominique sonrio.
  • Ahora hazlo, Mario... Piensa como hasta jamas lo has hecho. Te voy a atacar... ¿Preparado?
Mario no sabia que hacer.

Dominique lo ataco. Mario pudo saber de donde provenía el golpe pero la potencia le hirio las muñecas de la mano, con las que detuvo el golpe. Los otros golpes de Dominique obligaron a Mario a esquivar, pero nuevamente la inexperiencia de Mario en combate le hacia sufrir daños cuando no calculaba bien...
  • ¡No lo estas haciendo! 
  • ¿¡Y que se supone que debo hacer!?
  • Piensa... Por favor, piensa...
  • ¿Pensar? Dominique estaba loco... - pensó Mario. - No sabe lo que dice...
En uno de esas, Mario recibió un golpe. Se tambaleo y cayo hacia atraz.
  • No lo estas haciendo.
  • ¿!EL QUE!? - grito Mario. - Solo estoy haciendo...
  • ¡Lo que haces siempre! Piensa... Pero no como pelear, Mario... Piensa... como siempre lo haces.
Mario no entendía lo que quería decir Dominique. ¿Como siempre lo hacia? Mario se conocía a fondo y había aceptado ciertas cosas de el. Una de ellas era su forma de pensar. No lo hacia para demostrar que era inteligente... Lo hacia porque le aterraba cometer errores, errores que se convirtieran en burlas... Esa inseguridad que le atormento de niño había hecho florecer una costumbre en el...

¿Pero de verdad era por la inseguridad?

Mario lo intento. Desde su posición, hizo un esfuerzo para dejar que la adrenalina inunde su mente y se concentro. Tenia a Dominique delante. Sus brazos estaban a una distancia de... ¿un metro? Si, algo así como un metro. Estaban en un angulo curioso. Uno mas adelante que otra. 

Mario pensaba eso. ¿Y ahora que?

Algo hizo click dentro de el.

Desde la posición, Dominique podía golpearlo con la derecha, directo hacia su mejilla. El golpe seria tan potente como el que detuvo hace poco. Pero estaba la izquierda de su amigo. Estaba en una posición mas retrasada e inferior que la derecha. Eso significaba que le podía golpear en el estomago, pecho o mejilla. 

Ya eran 4 sitios donde Dominique podía golpear.

Pero... ¿Y si la derecha buscaba su parte baja?

Ya eran 6 sitios donde Dominique podía golpear.

Las piernas. Las tenia separadas y, aunque servían como apoyo, no se podía descartar que le atacara con eso. Sus puntos débiles eran la parte baja del estomago y la entrepierna. Sumando ambas piernas...

Ya eran 10 sitios donde Dominique le podía golpear.

Pero... ¿Que forma seria el golpe? La mano derecha podía describir un golpe seco directo a la mejilla. Un golpe recto, directo. Pero también lo podía hacer al estilo de un gancho, venir hacia el costado. O también podría venir en forma ascendente.

¿Y las piernas? Podía ser una patada seca al estomago. O un rodillazo. 

Mario dedujo todo eso para cada uno de los sitios. 

Ya eran 10 sitios donde Dominique podía golpear. Y ahora se le sumaba que eran 10 formas de golpearlo.

¿Pero de verdad eran solo 10? Nadie golpeaba de forma tan simple. ¿Y si combinaba?

Mario empezó a visualizar. 2 manos, 2 piernas. Podía combinar un golpe de derecha y luego de izquierda. O podía hacer uno de izquierda y otra de derecha. La posición era importante y Mario sabia porque: Podía ser la diferencia entre detener el golpe o sufrirlo. También quedaba el hecho de que le golpeara con una pierna y luego con la otra.

Ya eran 10 sitios donde Dominique podía golpearlo. Pero ahora eran 10 formas de golpearlas básicas y 4 de combinación de 2 golpes.

Mario parpadeo. Algo empezaba a salirse de control. ¿Y si mezclaba puño con pierna? ¿Y si hacia mas de 2 golpes?  ¿Y si decidía no atacarle a ninguno de los 10 puntos que el creía?

Vuelta a empezar.

Pero Mario sintió que perdía el control de todo.

¿Y si fingía un golpe y luego le daba otro? ¿Y si le intentaba hacer una llave? ¿Y si esta vez le golpeaba con mas fuerza? ¿Y si...? ¿Y si...?

Mario, por fin, estaba en su elemento.

El puño de Dominique se empezó a mover.

Mario, casi en estado de éxtasis, visualizaba todas y cada una de las posibilidades. Era hermoso... inaudito... apoteosico. Todas y cada de las posibilidades.

¿Todas?

Mas... mas posibilidades... mas...

Pero debía decidir. Y debía hacerlo rápido.

Dominique ataco. Su puño derecho fue directo hacia la nariz de Mario. 

Mario lo detuvo.

Dominique alzo la pierna, describiendo una curva perfecta, directo hacia la mejilla de Mario.

Mario lo detuvo.

Dominique, aprovechando la inercia de su ultimo movimiento, le asesto un cabezazo a Mario, para lo cual el chico lo esquivo a duras penas, cayendo hacia un costado, rodando. Dominique corrio hacia el, dispuesto a patearlo en el suelo.

Mario solo pudo protegerse, doblando su rodilla para minimizar el dolor del golpe. Desde el suelo, Mario rodó y se puso en pie, agilmente.

Dominique lo veía. Estaba feliz, mas feliz de lo que había estado en toda su vida. De verdad había intentado herir a Mario. Si el chico no hubiera hecho lo que hizo, Dominique le habría hecho muchísimo daño.

Dominique uso esta vez una vieja combinación de golpes. 

Mario las detuvo casi todas. Excepto el ultimo golpe.

De 6 golpes, el ultimo debía de acabar con un golpe de codo en el estomago, dejando al enemigo listo para recibir un golpe contundente en la coronilla. Pero Dominique a propósito lo fallo. Fingió que Mario le había detenido golpe y que esa detención le provoco una perdida de equilibrio. Y eso era algo que Mario... no pensó.

Desde el suelo, un giro de piernas impactaron en el rostro de Mario, haciéndole gran daño. Dominique se puso en pie de un movimiento y derribo a Mario de un certero derechazo... en medio del pecho.

Mario se quejaba en el suelo, producto del dolor.

Pero Dominique estaba orgulloso, mas de lo que nunca lo había estado en su vida. Nunca le habia enseñado a Mario esos golpes que le acababa de dar. Nunca le enseño como defenderse de ciertos golpes con efecto bola de nieve: cada golpe no es mas que la preparatoria para que el siguiente compense al primero... sin perder su efecto propio.

Nunca... y aun así, Mario había sobrevivido. 

Dominique pensó, orgulloso: 
  • Por fin... Él... me ha superado.

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