sábado, 14 de julio de 2012

Tradiciones G/Cinthianas Parte 2

G/Cinthia leía el prospecto de un bote de pastillas. Mario la miraba con ojos brillosos.
  • Bien, aquí dice que estas pastillas van de acuerdo a tu peso. ¿Cuánto pesas?– dijo G/Cinthia.
  • Teniendo en cuenta de que eres mi novia, ¿No deberías saberlo?. – dijo Mario.
  • ¿Sabes que talla de bragas uso? – dijo G/Cinthia, acomodándole las almohadas.
  • No.... – dijo Mario, sonriendo. – Me importa mas quitártelos que en el numero que pone en la etiqueta.
  • ¿Contesta eso a tu pregunta?
  • Si… - dijo Mario.
  • Me alegro. Venga dime tu peso – dijo G/Cinthia, abriendo el bote de pastillas
  • 85 kilos. – dijo Mario, tosiendo.
G/Cinthia le dio unas pastillas y le hizo beber un vaso de agua
  • ¿G/Cinthia? – dijo Mario.
  • Dime… - dijo ella, sin mirarlo.
  • ¿Podrías contarme un cuento? Es que me están haciendo efecto las pastillas y creo que me voy a desmayar del sueño – dijo Mario, abrazándola de costado.
G/Cinthia se quedo perpleja.
  • ¿Un cuento? Bueno, esta bien… ¿Cuál quieres? – dijo G/Cinthia, erguiéndose.
  • No quiero uno clásico. Quiero uno tuyo, inventado o que te hayan contado. ¿Podrias? – dijo Mario.
  • ¿Cómo la ultima vez? – dijo G/Cinthia.
  • La ultima vez tuvimos un poquito de sexo. Si quieres…
  • Si, claro… ¿Qué mas? No te pases, Mario, que no estas para tirar cohetes.
G/Cinthia carraspeo.
  • Había una vez, un niño que nació en el altiplano andino. Como de costumbre, creció feliz, pese a la pobreza de la zona. Mientras los demás niños jugaban y ayudaban a sus padres, este niño se aficiono a la poca lectura y a los pocos libros que llegaban a esa zona. Cuando cumplió una edad adolescente, su padre lo mando a la capital, a Lima. Con apenas 10 soles en sus bolsillos, este niño cambio las montañas y vastos campos de cultivo por edificios, playa y coches dignos de una capital. Pese a ello, no abandono su amor por la lectura. Con sus 10 soles en los bolsillos, vago por las calles de Lima – Peru pensando una manera de salir adelante. Vio entonces que el negocio era los dibujos para los turistas. Así que invirtió esos 10 soles en hojas de papel y tizas de diferentes colores. Compro una mesita y un banco portátil y se dedico a hacer nombres en letras góticas para los turistas, llegando a sacar casi 5 soles por dibujo. Las tizas de colores, el arte con que dibujaba y la inocencia del niño provinciano, hicieron que poco a poco se ganara una buena fortuna. Con 18 años, el niño pensó que había llegado el momento de crecer en su “negocio”. Con sus ahorros, compro libros al peso, compro una manta y se dedico a la venta ambulante. Fue un negocio arriesgado, porque los que ya vendían libros no quisieron que un mocoso de provincia les quitara el puesto. El niño, que ya era un adolescente, se peleo con todos los vendedores hasta que por fin se asentó definitivamente. Pero el adolescente tenia algo que los demás vendedores no tenia: todos los libros que vendía, los había leído. Con casi menos de 20 años había leído grandes autores clásicos como Virgilio, Horacio, Becquer, Balzac, Lope de Vega, Calderon, Shakespeare, Monier, Jose Hernandez, Dante, Petrarca, Dickens, Dostoyevsky y Homero. Hasta autores contemporáneos de la literatura española como Carmen de Icaza, Peman, Perez Galdos, Mata, Mihura, Augusti, Luca de Tena, Ehrenburg y los latinos como Vargas Llosa, Garcia Márquez, Neruda, Echenique, Cortazar, etc, etc, etc. – dijo G/Cinthia, tomando un trago de agua. – Paso los años y este humilde provinciano amaso una fortuna, ya que la gente iba expresamente a comprarle sus libros y a escuchar los comentarios que hacia de ellos, así como recomendaciones y sendas criticas. Poco a poco, fue conocido y se gano una popularidad con la que muchas soñarían. Llego incluso a relacionarse con la élite política de este país, llegando a entablar charlas con Valle Riestra, Marta Hildebrant, Mauricio Mulder, etc, etc,etc. Pero como todo lo que sube tiene que bajar, el niño que paso a adolescente y ahora es adulto, enfermo de asma y tos. El medico le recomendó mudarse a un clima seco, alejarse de la humedad de la capital. Tras despedirse de todos sus conocidos y empinar el codo en una gran fiesta, nuestro niño adulto volvió a su tierra natal. Allí el negocio de los libros no le fue también como esperaba. Se tuvo que someter al regateo de jóvenes estudiantes y rematar a un sol textos de gran valor, forrados en piel. Paso de ganar una fortuna a ganar un dinero lo suficiente para vivir dignamente. Pero no le importaba, ya que incluso en tiempos de vacas gordas, vivió humildemente. Un día, se miro al espejo y vio en el arrugas y pelos blancos que asomaban. Se dio cuenta de que era hora de buscarse una esposa. Se caso con la chica que le ayudaba en su puesto de venta, una ayacuchana de muy buena figura. Tuvo 1 hijo, del cual mando a la capital a estudiar en la mejor universidad. Pero su vida siguió y siguió… hasta que nuestro niño adolescente adulto paso a ser un anciano. Su hijo, quien ya era adulto y estaba en vísperas de casarse, lo visito después de tiempo. No le gusto ver a su padre andando con unos zapatos rotos y cochambrosos. “¡Papa, comprate unos zapatos!” ledijo. El anciano, por complacer a su hijo, fue esa misma tarde a comprarlos. Se sentía incomodo con ellos, pero brillaban y esperaba ver a su hijo feliz. Como era la tarde, se dispuso a bajar a la primera planta de su casa a leer su libro aprovechando los rayos del sol. Pero entonces el zapato, el maldito zapato, le jugo una mala pasada. Se resbalo y el anciano rodó por las escaleras, estampándose en el suelo y reventándose las ulceras. El anciano agonizo hasta que su hijo llego. Intento socorrerlo pero era tarde. El anciano murió, pero lo curioso era que no soltaba el libro que llevaba en una mano. Su hijo, llorando, levanto la vista y suplico a dios que le guardara otro lugar allá arriba para poder reunirse con su ansiado padre.
G/Cinthia termino la historia de una manera muy narrativa. Mario dormía a su lado, abrazandola. Parecía un niño.
  • Espero que digas lo de “basado en hecho reales”, G/Cinthia. – dijo Mario.
  • Mi abuelo… - dijo la chica.
Mario la beso. G/Cinthia le devolvió el beso.
  • Me gustaría besarte, G/Cinthia…
  • Pues hazlo, tonto… - dijo la chica.
  • Me gustaría besar tus labios… y subir poco a poco… hasta tu boca. – dijo Mario, sonriendo de manera picara.
  • ¡Imbecil!

2 comentarios:

  1. Dios, qué pervertido es Mario JAJAJJA No more comments, me gusta, ya lo sabes. =)

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  2. Mario se juro algo en la saga de los 4 Fantasticos: Si bajaba de peso, comeria como un cerdo en plena calle publica, provocando y si tenia novia, diria minimo una guarrada cada momento romantico. Alea jacta est xDDD

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