martes, 30 de diciembre de 2014

Entrevistas en el Diván (Carlos) - Parte III

Una vieja reproductora de cintas de audio se puso en funcionamiento:

(...)

(Silencio corto)

PSICÓLOGA: La relación con su padre es la explicación del estado de su vida actual. No me cabe ninguna duda...

CARLOS: ¿Ah sí? ¿Por que lo dice?

PSICÓLOGA: Se lo diré cuando me cuente el segundo episodio de su vida. El accidente de Emma.

(Silencio corto) (Sonido de alguien encendiendo un cigarro)

CARLOS: Era el mes de Setiembre. Por aquel entonces tenia una novia, una chica del pueblo. Se llamaba Rocio y era un encanto. Pero casi no podía verla y pasábamos poco tiempo. Ella lo entendía, pero sabia que debería hacer mas. Emma le pidió a mi padre que la acompañara a hacer lo que mas le gustaba: Cazar mariposas con su red. Mariposas que luego soltaba. Pero lo que realmente teníamos en mente Emma y yo es que la niña jugaría mientras Rocio y yo recuperábamos el tiempo perdido detraz de un árbol. ¿Que podía salir mal?

PSICÓLOGA: Es obvio que esa pregunta obtuvo respuesta.

CARLOS: ¿Alguna vez ha sentido que el miedo se le personifica delante suya... y le traspasa el pecho con su brazo? Eso sentí cuando no vi a Emma por ningún lado. Rocio y yo la buscamos. No aparecía. Cada segundo que pasaba, sentía como mi pecho se contraía cada vez mas. Miedo... pánico... y finalmente terror. Grite como un loco. El miedo se debo apoderar de mi, porque Rocio se alejo un poco de mi. 

PSICÓLOGA: Tenia la pinta que ese día para usted... se iba a transformar en... un mal día...

CARLOS: Y que lo diga. (Sonido de alguien dándole una calada a un cigarro). Le pedí a Rocio que corriera al pueblo a pedir ayuda. Ella se dio media vuelta y corrió. Yo... suplique, rogué... que nada malo le haya pasado. Las montañas del Valle de Olivos podían ser peligrosos... y si Emma hubiera resbalado... Le juro que ese pensamiento hacia que tragara saliva cada segundo.

(Silencio corto)

CARLOS: Rocio volvió con varios adultos, entre ellos mi padre y mi madre. Llevaban perros. Incluso algunos llevaban esos viejos rifles de caza Remington. Se veía que mi padre era alguien influyente en el pueblo. Cuando corrí hacia ellos para explicar lo que había pasado, pude ver a mi padre con un semblante terrible. Parecía que estaba sediento de sangre. Esa bomba de relojería no tardaría en explotar. La lluvia que empezó a caer no iba a ayudarnos. Me dieron una linterna y todos nos separamos.

PSICÓLOGA: Continúe.

CARLOS: Pasaba los minutos y nada. ¿Donde se había esfumado mi hermanita? Las lagrimas de frustración empezaron a querer salir de mis ojos. Seguí buscando. Pero fue entonces cuando vi el pozo tapado. No se como llegue a verlo. Creo que la conexión que tenia con la niña fue la que me hizo verla, allí... ese pozo oscuro y camuflado. Creo que nadie lo habría visto. De ser así, no quiero imaginar lo que habría pasado.

(Silencio largo) (Sonido de alguien dándole una calada a un cigarro) (Sonido de alguien tosiendo)

CARLOS: No sabe la alegría que sentí al ver a Emma, atrapada allá abajo. Grite, con la lluvia empapándome totalmente. Todo el mundo vino. Casi sin pedirlo, le quite la cuerda a uno de ellos, lo ate a un árbol y lo use como arnés para bajar hacia donde se encontraba la niña. Cada centímetro que bajaba se transformaba en una lagrima. Estaba viva... ¡Estaba viva! No me importaba nada mas. Cuando salte a su lado, el agua helada casi me hace gritar pero lo ignore. La cargue y le hice la seña a uno de los señores, para que me ayudaran con el ascenso. Mientras subíamos, la respiración de Emma la sentía en mi oreja. Era... casi música para mis oídos. Al salir de ese lugar, caí de rodillas y abrace a Emma, quien se desmayo. Casi mejor, no quería que me viera llorar como un niño pequeño.

PSICÓLOGA: ¿Que paso después?

CARLOS: Mi madre vino y cogió a Emma, tapándole con una manta. Mi padre también venia. Pero el venia directo hacia mi. Creo que casi esperaba lo que iba a hacer. Pero no lo esperaba que lo hiciera delante de todos. Me propino una bofetada... otra mas. Pero esta la sentí con mas furia, mas cargada. Empezó su perorata de siempre, pero esta vez diciendo que por mi culpa su hija podía haber muerto. Los demás adultos intentaban calmarlo pero el los intimido y se tuvieron que callar. Yo no lo entendía porque le tenían tanto miedo. Fue entonces cuando me di cuenta que ya no le tenia miedo a mi padre. Pensar eso ultimo era lo que me había abierto los ojos. El me miro. Se dio cuenta que en mis ojos había una sensación de estar retándolo. Volvió a levantar el puño y se dispuso a darme otro golpe. Pero no... esta vez no. De hecho, nunca mas... NO.

PSICÓLOGA: ¿Que paso?

CARLOS: Le detuve el golpe. Y se la devolví. Ya no me importaba mi inocente madre o los demás adultos que habían allí. No me importo que el tuviera mas fuerza que yo. ¿Quien era el? Solo un adulto con traje y corbata, inteligente... lo suficiente para ganar un gran sueldo y mantenernos con un estilo de vida muy superior a los demás. No me importaba eso. Me abalance otra vez. Cada puño significaba para mi una forma de vengarme de cada humillación que el me hizo en todos mis años de vida. Lloraba cuando por fin le dije todo eso que me guardaba dentro. Que nunca me quizo... nunca intento entenderme. Nunca me apoyo. (Silencio corto) Nunca en mi vida había dicho tantas verdades. Fue tanta mi desesperación que hasta ataque verbalmente a mi madre. Le apunte con mi dedo y le dije que ella también tenia la culpa. Por haberse casado con semejante idiota. Que a veces tenia ganas de acabar con mi vida solo para que ella supiera del tremendo error que cometió. Caí de rodillas y me puse a llorar.

(Silencio corto)

CARLOS: La pequeña Emma estaba desmayada mientras pasaba eso, el fin de la existencia de mi padre para mi. No se que decidió mi padre pero yo, al llegar a mi habitación, empece a hacer las maletas. No iba a seguir viviendo con el. No me importaba como pero iba a sobrevivir. Si me tenia que poner a trabajar, lo haría. ¡Trabajaría de puto si hiciera falta! Total... Emma estaba bien, estaba viva... No me importaba nada mas. Cuando la niña ya estaba estable en el hospital de Cuenca, me acerque y le di un papelito con un numero. Le dije que me iba pero que me llamara cuando tuviera la oportunidad, que estaríamos en contacto. Abrace a mi hermana, le di un beso en la frente, cogí mi chaqueta, mi maleta... y me fui de casa, con solo 15 años.

(Silencio largo)

(...)

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