miércoles, 24 de diciembre de 2014

Viaje al interior de una mente sin igual

(El contexto se explicara en Episodios desde Madrid - Saga Especial) (Vamos, que lo haré cuando me salga de los cojones escribir y llegar hasta esa parte)

Mario yacía recostado en una cama metálica. Encima suyo, el foco parpadeaba, dándole a la habitación un bailoteo de luz y oscuridad.

El sonido de unos tacones hizo que Mario parpadeara. Alguien se acercaba a la habitación donde el estaba.

La puerta se abrió. Una dulce pero segura voz dijo:
  • Bienvenido a Alcalá Meco. Por protocolo, le debemos realizar un pequeño examen psiquiátrico. 
Era una mujer joven, de 25 años. Pelirroja, con ojos impactantes y unos incisivos llamativos. Era muy atractiva.

La mujer vestía una larga bata blanca. Llevaba un portafolios y un bolígrafo en la mano. Sus tacones rojos hacían juego con su cabello. Se sentó en una cómoda silla de cuero. Cruzo las piernas.
  • Un mal día, ¿eh? - dijo, removiendo sus folios.
Aquella frase hizo que el rostro semi oculto de Mario sonriera de forma grotesca. Giro el cuello y vio a la psicóloga.
  • Siempre he pensado que la policía ataca sin razón aparente a las personas buenas e inocentes... Deben tener un sentimiento de inferioridad... - dijo la psicóloga, apretando con el pulgar la tapa de su bolígrafo.
Mario sonrió mucho mas. Daba miedo. 
  • Dime una cosa... querida... - dijo, pausadamente. Tomo aire. - ¿Alguna vez... has tenido... un mal día?
Como si de una película se tratara, la pupila de Mario iba ganando tamaño hasta engullirlo todo.


¿Y a que se refiere con eso?

En la pupila de Mario, la imagen de una chica de 11 años se veía reflejada. Pasado un segundo, esta desapareció.
  • ¡Deberías saberlo mejor que nadie! - dijo la voz de Mario.
La escena del ojo cambio. Ahora se podía ver un gran anfiteatro. Un Mario de 11 años yacía de pie ante unos micrófonos. El chico llevaba unos folios. Sonreía de oreja a oreja. Se acerco a uno de los micrófonos.
  • ¡No existe nada mas cruel que el dolor de los recuerdos! - dijo la voz de Mario y el Mario de 11 años, al unisono.
Las personas que estaban en el anfiteatro aplaudían y vitoreaban a Mario. El chico sonreía, feliz, contento...

Pero de pronto la sonrisa de Mario se derritió. La luz de la estancia se volvió azulada. En vez de personas que le aplaudían, ahora había un grupo de jóvenes que lo miraban de forma amenazadora. Sonreían de manera grotesca.
  • Los disparos que se clavan como dardos dentro de ti... Aullando y haciéndote gritar en lo mas hondo de tu ser...
El grupo de jóvenes empezó a abuchear. Empezaron a lanzar cosas hacia el lugar donde se encontraba Mario...
  • Ineludibles...
El Mario de 11 años se intento cubrir el rostro con las hojas que llevaba en la mano.
  • Implacables...
Mario recibió el impacto de un objeto. Comenzó a llorar de desesperación.
  • Nada amigable...
Mario grito de pena, llorando, viendo como todo el anfiteatro se le ponía en contra. Caia de rodillas y agacho la cabeza, derrotado.

Pero de pronto...
  • ¡Sin poder buscar consuelo en la LOCURA!
Mario, con la cabeza gacha, se puso en pie, con el rostro lleno de ira. Aparto los objetos que le habían lanzado, corrió hacia el frente y de un salto, abandono el estrado, cayendo donde se encontraba la mayoría de los jóvenes que se burlaban de el.

Mario los empezó a golpear. Cada golpe era acompañado por un grito de Mario y por una lagrima. Los jóvenes intentaron defenderse pero les fue imposible. Aquel niño de 11 años parecía una bestia malherida. Gritaba, golpeaba, sangraba, lloraba... Fue tanto la energía desprendida, que cerro los ojos... como si intentara no ver lo que estaba haciendo en realidad.

La escena era extraña. Mario pudo con todos. Pero justo cuando el chico le iba a asestar un golpe a alguien que se encontraba detraz de el, al darse la vuelta con el puño en alto, se detuvo de forma brusca. Una niña de 11 años le devolvía la mirada.
  • Y entonces conoces a alguien que cambia tu vida. Y sientes que ya no te conoces. 
Mario cayo de rodillas, sin dejar de mirar a la niña. Esta le miraba muy seria, demasiado...
  • Es curioso como un encuentro puede arrancarte fragmentos del pasado, deformar los recuerdos y la personalidad hasta poner en entredicho tu mera identidad...
Mario levanto una mano, intentando  tocar a aquella niña. Pero justo cuando estaba cerca y la niña por fin sonrió, se empezó a alejar de el. De pronto la niña se desplomo violentamente hacia un costado, totalmente muerta.
  • Y al percatarte de la necedad de cuanto vives... es cuando la risa... reverbera en las paredes de tu propia... vaciedad.
Mario grito de dolor. De pronto un nuevo grupo le rodeo, esta vez de adultos que le acosaban a punta de preguntas.

Mario volvió a gritar, esta vez poniéndose en pie y enfrentándose a los adultos. Pero el ya no veía adultos, sino monstruos deformes.

Vale...  Voy a necesitar mas detalles... ¿Le apetece si asociamos palabras?
  • Suena muy... Apetecible. - dijo Mario, enfatizando en la ultima palabra
Mario golpeaba a los monstruos...

Aceptación 
  • Un tanto trillado, ¿no te parece?
En el estrado donde estuvo Mario, una niña de 11 años lo miraba atentamente.

Solo intento ayudarle. Colabore un poco, por favor. Volvamos a intentarlo. Aceptación.
  • "Mi etapa favorita"
La niña comenzó a llorar.

Conoce a Kubler Ross... Que bien...
  • Si, mejor que la mayoría...
Mario gritaba palabras que eran imposible de entenderlas.

¿Ah si? Que hay de... familia
  • Digan lo que digan, la sangre es importante...

Hmm... ¿Humildad?

  • Casetas de baño en la costa con un leve olor a salitre y al aroma artificial de los productos de limpieza
Mario repetía una y otra vez la palabra NO.

Tristeza..
  • La que te invade después una inmensa felicidad...

Ya veo... Bien... Que tal... la verdad

  • Esta allí fuera... Nos espera detraz de cada rincón... pero nunca la encontraremos... a menos que...
La niña de 11 años empezó a dar unas vueltas, mientras en pleno anfiteatro, Mario descendía a la locura...

Por ultimo... Recuerdos...
  • Pólvora. Un montón de pólvora...
La niña cayo hacia atraz, sentándose y agachando la cabeza. Una lagrima surco sus mejillas... al igual que las de Mario, cuando se quedo completamente solo, rodeado de cuerpos inconscientes.

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Mario, de 11 años, tragaba saliva mientras contemplaba el portal de aquel edificio de viviendas del barrio de Aluche. Transmitir una noticia nunca le había creado aquel nudo en la garganta. Entro... y comenzó a subir escaleras.

(Riendo) Vale, vamos a probar algo por ultima vez. Destino
  • ¡Uh! ¿Quiere saber algo gracioso? El destino lo hacemos nosotros mismos. Pero este no lo conforma grandes brochazos sino los mas finos detalles. Un taxi que perdiste, una llamada que no contestaste... No acompañar a alguien a comprar una cosa...
Mario subía por las escaleras. Algo le guiaba...
  • La mayoría de la gente no suele pensar en las repercusiones. Se toman la vida como si de lanzar un dado se tratara. Y se enorgullecen de ello. Yo... yo casi acabo allí también. Cuando vi que de todas las posibilidades, incluso la mas loca y absurda, ocurría... No supe que hacer. ¡No estaba preparado! ¿Y sabes porque? Por esta persona que conocí... Porque esta persona... hizo que no viera mas allá...
(Emocionada) Calma. ¿Así que cree que esta persona le hizo ver las cosas de una forma diferente? (Suspiro)
  • Totalmente... Estar cerca de ella hacia que sintiera una extraña sensación... Esperanza, tal vez...
Mario trago saliva, Siguió subiendo escaleras.
  • A veces, me siento perdido, en un camino... en una autopista sin control, directo hacia la locura. Pero otras veces, esta persona es la única que me ata a este mudo terrenal que es la cordura. Y...
(Emocionada) Y siente que es ella es como su igual. Que le complementa.
  • Si... ¡¡SI!! ¡Me entiendes! Incluso habiendo vivido lo que yo viví, incluso sabiendo que jamas conectare con ella, incluso todo eso... sé que vive dentro de mi... ¿O yo vivo dentro de ella? A veces... no se si ella realmente sabe que existo... o si yo sé realmente si existe ella...
Mario, llego a un rellano. Respiro hondamente y siguió subiendo escaleras.

(Mas emocionada) Dígame. Esta persona... ¿Cree usted que le hará daño?
  • ¿Como puedes saberlo? Es decir, todos alguna vez hemos sentido la sensación de que alguien nos complementa. Es esa sensación la que también nos hace débiles, ¿no crees? Pero yo estoy seguro, que todo puede ser una cuestión de perspectiva. Muchos la pueden ver enfadada, riendo maliciosamente...cruelmente... Pero yo solo la veré llorando.
Entonces... Seguro que esta persona ya la conocía de antes...
  • ¿Que le hace pensar eso? A veces pienso que si, otras que no. A veces lo veo de una manera... otras, de otra. Si la quiero de verdad, mis sentimientos... deben ser de opciones múltiples, ¿no cree?
Mario llego hasta una puerta. La sangre se salia por el bajo de la puerta. 

Entonces... Entonces... ¿Tan importante es para usted esta persona?
  • Es como hubieras encontrado lo que mas quisieras. Pero créeme, querida, eso es algo que nunca podrás entenderlo como debería ser.
Mario abrió la puerta.
  • Imagínese, doctora... Esta persona es tan importante... que no me importaría caer junto con ella...
Mario contemplaba desde el marco de la puerta. La muerte le miraba directamente a los ojos.

(Pequeña risa de la psicóloga)
  • En caída libre, cual vasto abismo... Porque esta persona, hace que me olvide de todo. Solo esta ella. Y detraz, nada mas.
Mario dijo una frase. La muerte sonrió.
  • ¿Sabe mas o menos a lo que me refiero?
Si... ¡Si! Si lo se...
  • Eso me pareció...
Mario, empadado de sangre, cerro los ojos.

Ahora... quiero preguntarle. (Emoción descontrolada) ¿Quien... es... esta persona?
  • Alguien muy, muy especial... Pero no puedo decir su nombre. Si quiere se lo pregunto...
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Mario, tumbado en la cama, contemplaba a la joven y guapa psicóloga. Le sonrió, dispuesto a decirle algo pero la mujer se le adelanto.
  • Me... me llamo Raquel... Raquel Valbuena - dijo la psicóloga, con ojos tiernos.
Mario sintió como los ojos se le iluminaban.
  • Que nombre tan.. bonito. - dijo Mario. De pronto, inhalo fuertemente. - ¿Por casualidad tus amigos no te dicen que desprendes una deliciosa fragancia a... cactus?
  • No tengo muchos amigos... - dijo Raquel, de forma muy triste.
Mario le sonrió.
  • Bueno, Raquel... Ya tienes uno...
La psicóloga sonrió, sonrojada. Su mano se deslizo, buscando la de Mario.

Mario... sonrió maliciosamente.

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