miércoles, 8 de agosto de 2012

Tradiciones G/Cinthianas Parte 4

  • ¿Sabes, Mario? Creo que si dejas de pasearte sin camiseta en pleno invierno, quiza no te enfermarias tanto. Ademas, a mi me gustan de contextura promedio, no muy relleno ni muy "cuadriculado", ¿ok? Así que no intentes fardar delante de mi - dijo G/Cinthia.
Mario yacia recostado en la cama, con la punta de la nariz sonrojada.
  • Vale... Es que me gustaría estar bien para ti. - dijo Mario.
  • ¿No debería ser yo la que se acompleje con eso? - dijo G/Cinthia, abriendo un bote de pastillas.
  • ¿Porque no podría hacerlo yo? Pero que quede claro que no estoy acomplejado - dijo Mario.
  • ¿Pasaría algo si te digo que quiero engordar unos... 15 kilitos? - dijo G/Cinthia.
Mario se quedo callado.
  • Tu me quieres por como soy, ¿verdad? El hecho que tenga las caderas anchas, un 94 de cadera, no tiene porque influir en tu respuesta, ¿verdad? ¿¡verdad!? - dijo G/Cinthia, frunciendo el ceño.
Mario se quedo con cara de poker.
  • No, cariño, me gustas como eres. - dijo Mario.
  • Asi me gusta. - dijo G/Cinthia, sonriendo. - Vale, veamos a ver que dice el prospecto de...
  • Si yo volviera a engordar, ¿Me seguirías querie...?
  • ¡No! A ver, dice que... - dijo G/Cinthia.
  • G/Cinthia... - dijo Mario.
  • Que si, Mario, no seas pesado... ¡Pesado! - dijo y se rio.
  • Humor G/Cinthiano... - dijo Mario.
G/Cinthia dio unas pastillas a Mario y le acomodo las mantas de la cama. Se echo a un lado de el y lo abrazo.
  • G/Cinthia... - dijo Mario.
  • ¿Otro cuento? - dijo la chica, con los ojos cerrados.
  • Que practico... - dijo Mario. - Ojala algún dia tambien te anticipes con otra cosa que me gusta mucho... Me subirias bastante el ego...
  • Y si dijera algo que me llevo guardando desde hace mucho, te bajaria el ego hasta niveles increiblemente bajos... - dijo la chica, sonriendo.
  • Eso es mentira y lo sabes... Me doy cuenta... - dijo Mario.
  • Dejemoslo alli, entonces... - dijo la chica.
G/Cinthia carraspeo.
  • Había una vez una niña que era muy inquieta. Cabe recalcar que en esos años, cuando la niña tenia 7, la mayoría eran muy inquietos y muy molestos. La inocencia de los niños hace que vean todo de color rosa. El caso era que esta niña tenia un grupito de amigas mas tontas que ella. Transcurría el mes de octubre en nuestra rica Lima. El mes "Morado", debido a que en todo ese mes es en homenaje al Cristo moreno, una festividad religiosa cuyo origen data del 13 de noviembre de 1655. Ese día un terremoto asolo Lima, destruyendo todo... menos una pared donde estaba dibujada la imagen del Cristo. La pared era de adobe muy débil, pero aun así resistió. De alli fue considerado milagroso y a día de hoy es venerada por todo el mundo. A lo que iba... - dijo G/Cinthia. - Transcurría el mes morado, y aquel grupito de niñas estaba en plena Plaza de Armas, rodeado de gente con hábitos morados, gente con candelabros, velas, etc. El problema era que aquel grupito de niñas no respetaba la ceremonia. Iban de un lado para otro, riéndose, señalando con el dedo a la gente religiosa que pasaba y los comparaba con los clásicos dibujos animados: "Mira, allí esta Porky" "Alla esta tu papa, Don Cuasimodo" "Ese de allí parece Elmer el Gruñón". La gente miraba con infinito desprecio a aquel grupo de niñas. Mencionaban cosas como que donde están los padres y que malcriadas estaban esas "señoritas". Uno de ellos era nuestro profesor de Primaria, el sr Rios. Valiente hijodeputa... - dijo G/Cinthia. - Nos grito a vista de todo el mundo... Todo Lima contemplo la bronca monumental que nos soltó. Algunas de las chicas lloraron... Pero ante todo, juramos venganza. Y no fue demasiado difícil pensar en una venganza. Esa misma noche, antes del "Toque de queda" que nos daban nuestros padres, las pequeñas amigas nos reunimos en el jiron Tahuantinsuyo, en Gran Chimu. La casa de nuestro profesor estaba en el numero 15. Las amigas se encontraban en plan peliculero: nos ocultábamos detraz de las farolas, nos moviamos como si fueramos espias, etc. Cuando la calle se despejo, corrieron hasta el numero 15. Una de ellas se puso a 4 patas y otra se subió a su espalda. Cogió un esparadrapo y lo sujeto, a la vez que pulsaba con fuerza todos los timbres de la casa. Acto seguido, fijo los timbres con el esparadrapo y todo ese grupito salio corriendo. Cuando el grupo se reunió en una farola, vieron como el profesor salia de su casa y pegaba el grito al cielo. Desde esa farola, las niñas se reían, pero no tanto ya que la farola apestaba a orina. Aquel profesor nunca sospecho de aquel grupo de niñas, que de día eran todas unas inocentes angelitas.
G/Cinthia termino la historia de manera peliculera.
  • Osea, que desde pequeña ya eres bien inquieta... - dijo Mario, sonriendo y estornudando a la vez.
  • Vale, si... la niña de la historia era yo. - dijo G/Cinthia.
  • Me gustaria que ahora estuvieras un poco inquieta... - dijo Mario, besandola en el cuello.
  • No, Mario... Hay muchas cosas que hacer... Hay que lavar los platos, ordenar nuestra ropa...
  • Vale, tu lavas los platos y yo ordeno la ropa. - dijo Mario.
  • Claro, que facil... ¿Porque no lo hacemos al reves? - dijo G/Cinthia.
  • Vale. Yo ordeno la ropa y tu lavas los platos. - dijo Mario.
  • Vale. - dijo G/Cinthia, sonriendo.
G/Cinthia se puso en pie, contenta. Cuando llego a la puerta se dio cuenta...
  • ¡Estupido!
Mario estallo en carcajadas.

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